En "El niño que quería construir su mundo", Keith Stuart explicita el miedo, la duda, el remordimiento y el desconcierto que nacen de una paternidad convulsa y diferente.
por Violeta Molina Gallardo
La vida tiene extrañas formas de revelar sus secretos: el periodista británico Keith Stuart y su hijo autista Zac encontraron en el videojuego Minecraft una forma de conectarse entre ellos y con el resto del universo, una vivencia que inspiró la novela “El niño que quería construir su mundo“.
Stuart, redactor jefe del diario The Guardian explicita en este relato -que publica Alianza– el miedo, la duda, el remordimiento y el desconcierto que nacen de una paternidad convulsa y diferente.
En el libro, un padre en crisis y su hijo autista encuentran la oportunidad de comprenderse y aliarse a través del videojuego Minecraft.
Aunque los videojuegos y el autismo sirven para estructurar el relato, esta es una novela sobre la madurez, sobre la necesidad de abordar los problemas en una sociedad que celebra la juventud y pasa por alto la falta de compromiso, explica el periodista en una entrevista con EFE.
El protagonista del libro, Alex, cuenta que la vida se cruzó en su camino cuando se dio de bruces con la crianza exigente y a ratos asfixiante de su hijo.
“Es la paternidad con el volumen a tope. La paternidad a la enésima potencia (…) La oscuridad siempre llega, hagas lo que hagas. Al final tienes que volverte y enfrentarte a ella”, reflexiona el personaje. A través de Minecraft, Alex empieza a conectar con su hijo Sam y poco a poco rescata las riendas de su vida.
Para el periodista, escribir la novela ha sido una forma de afrontar esa oscuridad: “Me hizo pensar en mis fracasos como padre y también como escritor. Me puso contra las cuerdas, sin duda. Ahora me siento más empático. Entiendo mejor a mi hijo porque el libro me dio la oportunidad de ordenar mis pensamientos. Ha sido muy difícil pero también muy terapéutico”, subraya.
“Cuando tienes un hijo distinto, con problemas físicos o mentales, con déficit de atención o autismo, es todo un desafío. Es algo que desata un huracán en tu familia (…) Durante un tiempo nos salió todo mal, hubo muchas lágrimas y crisis nerviosas. Es dificilísimo. De repente, todo se vuelve oscuro, pero no te queda más remedio que hacerle frente y seguir adelante”, afirma Stuart.
El germen de la novela fue un artículo en el que Stuart contaba cómo el videojuego Minecraft había ayudado a su hijo y a otros niños con el mismo trastorno a conectar con el mundo. Un editor lo leyó y persiguió al periodista durante más de seis semanas para convencerlo de que escribiera un libro al respecto.
El periodista aceptó con la condición de crear una ficción, no un relato autobiográfico.
Pese a las cautelas adoptadas para no exponer la intimidad de sus familiares, decidió incluir experiencias autobiográficas y contar al comienzo del libro que “el fructífero intercambio creativo y el inesperado florecimiento de la comunicación” que se produjeron en su familia gracias a los ratos de juego en Minecraft fueron el origen de la historia.
“Me preocupaba que la gente no quisiera leer la novela por pensar que va sobre videojuegos y de eso nada, en mi libro Minecraft es una metáfora de un lugar mágico, como Narnia, en el que la gente se puede reunir, que ofrece posibilidades que no existen en ningún otro lugar. Era clave que el lector supiera que la historia está anclada a la realidad”, asevera.
Stuart, experto en videojuegos, es un “firme defensor” de que los juegos son una creación cultural tan importante como novelas o películas, si bien es consciente de que algunos aún los miran con desdén: “El juego es una vía increíble de conocimiento propio y de los otros, es terapéutico, creativo, expresivo y relajante”, destaca.
En la novela, Minecraft sirve de analogía de la vida: todo está por construir, todo se puede destruir y reconstruir.
“Puede ser destructivo y frustrante, pero tiene todas las cosas que son importantes para nosotros: poder crear, comunicar, explorar, ver el mundo y encontrar cosas que otros no han visto. Todo está en este juego maravilloso y raro. Minecraft es como la vida: imperfecto, bello, extraño pero insustituible”, resume.
EFE.